El fiscal de corte y procurador general de la nación Jorge Díaz designó a una persona para desempeñar un cargo en la Fiscalía. Hasta acá no habría ninguna noticia, sin embargo para algunos sí la hubo.
Un columnista de El País muy activo en las redes sociales publicó en su cuenta de twitter que el Fiscal de Corte contrató a la esposa de su amigo para un cargo en la fiscalía.
Una web local titula algo muy parecido y llama la atención sobre el sueldo alto, como casi todos los sueldos de personal de confianza en el estado.
Varios usuarios de Facebook y comentaristas usuales de portales de noticias, se indignaron con la situación. Hablan del nepotismo de poner a amigos y familiares en un cargo público. Dicen que funciona así en los gobierno del FA (siendo que a Díaz se lo nombró fiscal de corte con el voto de los 4 partidos que tenían parlamentarios en el período pasado) o que en Uruguay gobiernan los mediocres.
Es cierto que la persona designada es la esposa de un fiscal de crimen organizado por lo que es viable que sea amigo de Díaz, así que, en rigor, nadie mintió. Sin embargo, ambos periodistas olvidaron mencionar cuatro cosas y a los indignados no les interesó averiguar más nada:
1. Los cargos de confianza son de designación directa y no se hacen por concurso porque son “de confianza”, es decir, quien los designa lo hace porque considera que puede confiar en ellos para llevar adelante la función. De igual manera se eligen los ministros, asesores de ministros y parlamentarios, los directores de ente y sus asesores, los prorrectores de UdelaR y la mayoría de los cargos jerárquicos del estado.
2. Hace dos años hubo una designación con las mismas características, la del encargado de comunicación de la Fiscalía. El cargo no se le otorgó a la esposa de ningún amigo sino a un periodista con bastante trayectoria en Búsqueda, El Observador y Sarandí y que publicó hace unos años un libro sobre prostitución vip.
3. “La esposa de un amigo”, como la llamaron en distintos titulares, fue encomendada a la adscripción de la fiscalía que tendrá como una de sus funciones principales el trato con víctimas y testigos, muchos de los cuales están en una situación de vulnerabilidad emocional y/o social.
4. “La esposa de un amigo” es Licenciada y Magister en Trabajo Social y tiene bastante experiencia en el trabajo con personas muy vulnerables siendo coordinadora de Gurises Unidos. Es decir, tiene formación y experiencia específica en las funciones a desempeñar y el fiscal la conoce y confía en su conducta.
Es decir, esta información no conforma ninguna noticia. Un jerarca nombró para un cargo de confianza a una persona que parece tener la capacidad para el cargo y además es de su confianza personal. Es decir, se hizo lo que se supone que tiene que hacer, de un modo público y legítimo.
Hay una trampa muy grande en la verdad. Esa trampa es más grande cuando se dice que si un periodista dice la verdad los ciudadanos estarán bien informados y entonces actuarán de forma más inteligente y la sociedad funcionará mejor y más democráticamente (ni voy a asomarme al problema filosófico de esto porque es enorme, sólo señalo que lo hay). La información puede ser verdad y aun así estar cargada de mentira. Un enunciado cuyo valor de verdad es “v” puede ser el portador de una mentira enorme y flagrante, de información errónea o tramposa, de malas intenciones o de manipulación.
Esta información que circuló hoy (17 de febrero de 2017) es objetivamente verdadera. De eso no podría dudarse, a menos que Díaz de haya peleado con el esposo de la nueva adscripta de la Fiscalía. Sin embargo, la labor periodística de quienes la difundieron llevó a que los comentaristas de portales y páginas de Facebook se comportaran de un modo menos inteligente, a generar un resentimiento contra una persona que no lo merece y a divulgar esta información junto con opiniones formadas por la ignorancia de la situación criticada.
Nadie debería extrañarse que la gente se indigne fácilmente por información parcial, tergiversada o engañosa. A esta altura tampoco debería extrañarnos que haya periodistas mediocres que trabajan apurados y que publican cualquier información trivial y editores y medios a los que no les molesta poner titulares tramposos para enganchar clicks. Tampoco debería sorprender que haya periodistas con pocos escrúpulos que mienten o tergiversan la información a propósito, menos debería sorprendernos cuando no es la primera vez que lo hacen.
Sin embargo, está bueno darse cuenta quién entra en una de estas categorías para tener un poco más de contexto la próxima vez que los leamos o escuchemos.
Joaquín Moreira