En programas anteriores hablamos de las formas en que el discurso conservador se disemina y naturaliza, incluso entre quienes se declaran progresistas o se ven perjudicados por las medidas tomadas a partir de ese discurso. Mediante discursos simplistas y llenos de paradojas, políticos, periodistas o corporaciones logran convencer a grandes cantidades de personas de asuntos que no parecen tener mucho sustento.
Por eso fuimos a buscar el origen de esta cuestión, no en los políticos o los medios sino en un lugar más complejo, la propia conformación de la subjetividad de las personas. A partir de los trabajos de Sigmund Freud sobre la psicología de las masas hablamos de la forma en que se conforma la subjetividad de los individuos a partir de la relación con grupos a los que pertenece o aspira pertenecer entendiendo esta relación no como un simple vínculo social sino como una relación de deseo.
Luego de integrar la pertenencia a un grupo como una parte importante de la personalidad del individuo, este termina introyectando no sólo las características que unen a los individuos entre sí (lo que Lacan llama identificación imaginaria) sino también los sistemas de relaciones éticas, sociales y conceptuales que los estructuran (identificación simbólica).
De esta manera, el sujeto constituye su yo a partir de su relación con un otro con el que se identifica para luego estructurar toda su subjetividad según las relaciones que estructuran al grupo.