Desde la masificación de internet, a fines de los 90, han surgido nuevas formas de intercambio económico basadas en el cambio tecnológico. Lo que a principios de los 2000 representó Napster para las distribuidoras de música viene a representarlo Netflix para la TV para abonados y Uber para los sericios de transporte dentro de ciudades.
En casi todos estos casos, el conflicto por mercados entre distintas empresas basadas en diferentes tecnologías (electromagnéticas en el caso del taxi y la TV cable, tecnologías de redes digitales en el caso de Uber y Netflix) es la parte evidente de un fenómeno mucho más complejo e importante: el conflicto entre lo global y lo nacional, la permeabilidad de las fronteras nacionales y la superposición de distintas instancias materiales y simbólicas.
Entonces ¿cómo pensar la economía, la política y la sociedad en un contexto de globalización digital?