Desde la psicología a la literatura, desde la autoayuda a la administración de empresas, en los últimos 25 años la new age ha infiltrado la subjetividad occidental propagando una banalización de prácticas orientales, sumadas a un construccionismo voluntarista y un discurso motivacional empresarial que sugieren que, quien no tiene abundancia ni felicidad es porque no hace lo necesario para conseguirlas.
Los CEO, las estrellas de moda e incluso políticos proclaman sus prácticas místico-espirutuales y su desprendimiento material mientras viven en la abundancia, a la vez que silencian las críticas a la sociedad por pesimistas y amargadas.
Más que una paradoja, nos parece que el discurso new age va de la mano de cierta lógica y cierta ontología de la unidad que, a pesar que no parezca, es central en el capitalismo contemporáneo.