El próximo domingo 21 de febrero Bolivia va a tener su referéndum para decidir si un presidente puede ejercer el cargo durante tres mandatos consecutivos, lo cual le permitiría a Evo Morales volver a postularse en 2019 y, en caso que gane, ejerza el cargo de presidente hasta 2024 ejerciendo el cargo por dieciocho años.
Reelección consecutiva
En lo personal, la reelección indefinida no me causa mucha simpatía aunque sí considero que una reelección simple no es un problema. Si bien en Uruguay hay cierto rechazo a la reelección inmediata, esta permite cierta continuidad de gobierno y en países tan diversos como Estados Unidos, Argentina o Francia funciona sin que se produzca ningún riesgo institucional por ella[1].
La principal crítica a las reelecciones (indefinidas o no) está centrada en el peligro que esta reelección genere en las instituciones democráticas debido a una posible concentración de poder durante mucho tiempo, pero a mí me parece que esa concentración deviene mucho más de los modelos fuertemente presidencialistas como el Uruguayo y la mayoría de los sistemas latinoamericanos donde el presidente concentra en su cargo y los cargos de sus colaboradores designados y removidos personalmente (secretarios o ministros) varias funciones[2], pero eso no se problematiza mucho no por la opinión pública, ni por el sistema político, ni por la academia. Además, aun con sus diferencias, Uruguay, Argentina, Francia o el Reino Unido han tenido sus momentos donde, a pesar de todo recaudo institucional, surgieron personalismos que concentraron mucho poder institucional y/o político en una persona que ejerció como líder (Vázquez, Cristina Fernández y Néstor Kirchner, Charles DeGaulle, y Margaret Tatcher por ejemplo).
Personalmente, mi problema con la reelección consecutiva indefinida no reside en lo institucional sino en lo político. Los grupos políticos (partidos o alianzas) son estructuras muy duras donde la emergencia de un líder, una estructura organizativa o un grupo que prevalece los anquilosan convirtiéndolos en estructuras conservadoras en las que es difícil que se produzca un cambio importante, lo cual se acompleja aun más cuando está presente la posibilidad de éxito electoral. En ese contexto, las contingencias electorales son uno de los pocos factores de emergencia en una estructura muy rígida y la no-necesidad de un líder de recambio puede generar que el grupo se estanque[3].
Pero aun en un País sin reelección consecutiva como Uruguay ese problema puede darse por lo que en realidad no parece un problema tan grande.
Sin embargo
Sin embargo, gran parte de la prensa occidental está sumamente susceptible a la posibilidad de una nueva reelección de Evo Morales.
Por ejemplo, el diario uruguayo El Observador (y muchísimos otros medios del mundo) levanta a EFE (la agencia fundada por tres periodistas franquistas, uno de ellos abuelo de José María Aznar) manteniendo como título “Una vuelta de tuerca más al afán reeleccionista en Latinoamérica“. A su vez, el diario español ABC (conservador, monárquico y en su momento franquista) titula “Las claves del referéndum con el que Evo Morales quiere aferrarse al poder en Bolivia” mientras que el corresponsal en La Paz de el liberal El País titula “Evo Morales transgrede las normas en busca de su reelección” y el día antes del referéndum la edición para Latinoamérica de la agencia oficial británica BBC publica una nota titulada “Los mentores y viejos aliados que no quieren que Evo Morales siga en el poder en Bolivia“.
Esta prensa occidental ha mirado con malos ojos a Evo Morales desde antes que fuera presidente del mismo modo que lo ha hecho con otros gobernantes latinoamericanos que rompieron con un fuerte servilismo hacia los intereses económicos y políticos de las potencias occidentales y en particular Estados Unidos y España[4]. Tanto el conservador ABC como el liberal El País han sido muy críticos con los gobiernos de Hugo Chávez y Nicolás Maduro, Néstor Kirchner y Cristina Fernández, Rafael Correa y Evo Morales sin importar las diferencias entre ellos adjudicándole a todos una mala gestión económica (en tiempos en los que Bolivia y Ecuador tienen una estabilidad económica con la que España solo puede soñar), falta de respeto a los derechos humanos y los valores democrático (en el único caso que se puede hablar de algo así es en los acontecimientos en Venezuela luego de la muerte de Chávez, mientras que en España se criminalizan las burlas a un rey) y prepotencia (cuando España es un reino que ha aplicado un montón de medidas que criminalizan la protesta tanto en la calle como en la prensa e internet).
Y ahora, ante la posibilidad de reelección de Evo Morales, gran parte de la prensa occidental se escandaliza hablando de vueltas de tuerca a los afanes reeleccionistas, voluntades de aferrarse al poder o transgresión de normas[5]. Pero esa preocupación por la reelección parece ser demasiado selectiva.
Reelección en otras regiones
Pero para los medios europeos la reelección consecutiva y las magistraturas de larga duración no deberían ser una sorpresa. Si bien los sistemas institucionales europeos son diferentes a los sistemas fuertemente presidencialistas a los que estamos acostumbrados en América[6], donde el jefe de gobierno y el jefe de estado son cargos ejercidos por la misma persona, en Europa existe una tradición de permanencia en el poder del máximo cargo político (digamos que en la mayoría de los países de Europa el jefe de estado, sea presidente o rey, solo tiene funciones institucionales y no políticas).
En España el cargo de Presidente del Gobierno no tiene límite legal en su duración, si un líder logra mantener una política de alianzas puede mantenerse en el gobierno durante todo el tiempo que quiera. De hecho, Felipe González se mantuvo en el cargo durante tres períodos y en las siguiente elecciones no fue candidato para un cuarto mandato porque no quiso.
Por su parte, Alemania tiene un sistema parlamentarista en el que el presidente (actualmente Joachim Gauck) tiene funciones más bien institucionales (tal como los monarcas) mientras que el gobierno es ejercido por el Canciller (actualmente la conservadora Angela Merkel) quien, al igual que sucede en España, no tiene límites legales para mantenerse en el cargo.
Si bien en Francia sólo se permite una reelección presidencial, hasta hace unos pocos años el cargo de Presidente tenía una duración de siete años por lo que el presidente podía mantenerse en el cargo por un total de catorce años tal como hicieron François Mitterrand y Jacques Chirac.
A su vez, Estados Unidos limitó la cantidad de reelecciones a una recién en 1951 con la vigesimosegunda enmienda, antes de esa fecha no había ninguna limitación a la cantidad de veces que se podía ejercer el cargo. De hecho, Franklin Delano Roosevelt se postuló a la reelección tres veces por lo que fue elegido cuatro veces que hubieran significado dieciséis años en el cargo de no haber muerto en 1945, un año después de su cuarto triunfo.
Pero el caso más interesante al respecto es el del Reino Unido. El cargo de Primer ministro del Reino Unido de Gran Bretaña e Irlanda del Norte no existe formalmente, es simplemente una convención a la que se llegó luego de varios siglos y la forma de elección es, por lo tanto, una pura arbitrariedad del monarca ya que es el monarca (en este caso Isabel II) quien lo nombra sin importar su capacidad de lograr mayorías en el parlamento (igualmente la misma costumbre que instaura el cargo ha derivado en que el monarca nombre Primer Ministro al líder de la mayoría). Este carácter puramente consuetudinario del cargo de Primer Ministro hace que no exista ningún límite legal al ejercicio y por ello Margaret Thatcher ejerció el cargo durante veintiún años sin que nade se indignara.
La doble moral política
Pero el rechazo de la prensa y gran parte de la política occidental a las búsquedas reeleccionarias de los presidentes latinoamericanos no debe ser pensada como un prurito institucionalista sino como una posición política, su problema no es que los presidentes de Ecuador o Bolivia quieran mantenerse en el cargo durante más tiempo que el actualmente establecido y por ello propongan una reforma constitucional sino que su problema es que Rafael Correa o Evo Morales sigan siendo presidentes de sus países.
Es muy difícil ver un rechazo tan enfático a la reelección indefinida o los largos períodos de ejercicio del jefe de gobierno en España, Alemania o el Reino Unido, mucho menos que se discuta la existencia de un monarca cuyo cargo es vitalicio y no está sujeta a la voluntad de nadie más que sí mismo y su antecesor, pero el rechazo aparece selectivamente cuando la pretensión reeleccionaria viene de los presidentes que no les gustan.
Como ya dije más arriba, a mi no me caen muy simpáticas las reelecciones indefinidas y si tuviera que votar en un referéndum como este tal vez votaría que no, pero la hipocresía barata de algunos de los medios occidentales es bastante triste, y más triste aun que esa hipocresía sea replicada por los medios latinoamericanos.
Joaquín Moreira Alonso
Notas
[1] El último proceso electoral argentino desestimó por completo cualquier presunción de crisis institucional en Argentina.
[2] Si bien Estados Unidos y Francia son sistemas de presidencialismo fuerte, en ambos casos el poder del presidente tiene bastantes limitaciones institucionales (dejemos de lado acá las limitaciones culturales), en Estados Unidos debido al poder que tienen los estados y en Francia por la capacidad del parlamento de hacer caer al primer ministro y su gabinete.
[3] A este respecto, el del Frente Amplio es un ejemplo muy claro. En un delicado equilibrio entre grupos en tensión que solo se mantienen unidos por necesitarse mutuamente, la presencia de un líder demasiado fuerte como Tabaré Vázquez dio a la estructura mucha estabilidad imposibilitando la emergencia de nuevas personas pero sobre todo de nuevas ideas.
[4] Igualmente sería estúpido sugerir que cualquiera de esos gobiernos pueda ser declarado anticapitalista.
[5] Este último es el que tiene menos sentido, en los otros casos hablamos de artilugios retóricos que, aunque puedan ser criticables, son válido, pero Evo Morales no está transgrediendo las normas sino que está siguiendo la constitución al llamar a un referendum, transgresión que sí hizo el impresentable Daniel Ortega en Nicaragua o la derecha apoyada por los gobiernos estadounidense y español que derrocó a Manuel Zelaya en Honduras.
[6] En las Américas solo existen cuatro países donde conviven las figuras de presidente y primer ministro mientras que en los diez países americanos miembros de la Commonwealth no existe la figura de presidente porque la jefatura de estado es desempeñada por el rey de Inglaterra.